San Carlino

San Carlo alle Quattro Fontane debe su nombre a su emplazamiento en una de las cuatro esquinas, entre la Vía del Quirinale-Vía Venti Settembre y la Vía delle Quattro Fontane, que contienen las famosas fuentes. En un diseño ya clásico, alojando sendas fuentes públicas las achaflanadas esquinas, que ha inspirado a otras intervenciones famosas como la de Quattro Canti en Palermo (Sicilia). Las fuentes representarían los cuatro ríos del mundo ya que están dispuestas en los cuatro puntos cardinales.

Se ubica en el Quirinal, la más septentrional de las siete colinas sobre las que Roma se erigió, según la tradición.

A unos cuantos metros en la misma Vía del Quirinale se encuentran la iglesia de Sant’Andrea al Quirinale, obra de Bernini; y el Palacio del Quirinal (donde también trabajó Borromini y actual sede de la presidencia de la República).   Siguiendo la Vía delle Quattro Fontane se encuentra el Palacio Barberini, obra de Carlo Maderno con la colaboración de Borromini y finalizado por Bernini, sede de la Galería Nacional de Arte Antiguo. Caminando un poco más hacia el norte, a los pies de la colina, se pueden encontrar la Fontana di Trevi o la Piazza del Tritone.

El sobrenombre de “San Carlino” se debe a las reducidas dimensiones de esta iglesia que, más bien, es la capilla del monasterio de los trinitarios españoles de Roma.  Estos encargaron al joven arquitecto Francesco Borromini (1599-1667), el diseño de su sede romana en 1634. La orden Trinitaria fue fundada en 1198 por San Juan de Mata (1160-1213) y de San Félix de Valois (1127-1212).  Su objetivo principal era rescatar a los cristianos que habían caído en manos de los musulmanes (como dato, fueron ellos los que llevaron a cabo el rescate de Miguel de Cervantes en Argel y de ahí que el genio esté enterrado en la iglesia de los trinitarios en Madrid).  A raíz de la reorganización de la orden en el siglo XVI, ésta se dividió en dos ramas, la española y la francesa.

San Carlo alle Quattro Fontane Planta
Imagen de http://artchist.blogspot.com/

A pesar de las limitaciones presupuestarias y de los avatares que sufrió la obra durante más de treinta años, el arquitecto gozó de gran libertad creativa y estuvo estrechamente implicado en el desarrollo de todos los detalles.  Por ello no cobró nada por su trabajo y en agradecimiento a su gran contribución, está enterrado en la cripta de la iglesia.

Sin duda, la sofisticación en el trazado del templo, que consigue una riqueza espacial increíble dentro de un espacio tan pequeño y con tantos condicionantes, parte de una racionalidad geométrica y compositiva.  La planta oval de la cúpula se inscribe dentro de trazado que se produce de la combinación de un rombo cuyos vértices redondeados corresponden a la entrada, las capillas laterales y el altar mayor.  Se forma sí la cubierta por dos circunferencias tangentes, unidad por arcos de circunferencia tangentes a ambos a su vez.

En sección el complejo interior de la iglesia se compone de tres zonas: la base, la cúpula y una amplia banda de transición entre estas dos que contribuye a elevar la proporción del espacio. El altar mayor se sitúa en el eje principal de la planta, en el lado opuesto a la entrada.

Esto se potencia con el uso de la luz y el diseño de los casetones de la cúpula (octogonales combinados con otros en forma de cruz y otros hexagonales), cuyo tamaño va disminuyendo a medida que la cúpula se cierra en su cénit.  La cúpula es iluminada a través de ventanas situadas en su parte inferior y las ventanas verticales situadas en la linterna que la remata. Todo ello consigue un efecto de ingravidez muy impactante, dada la escasa dimensión real del espacio.

Cupula
Imagen de http://artchist.blogspot.com/

Borromini diseño el techo de la cúpula de San Carlo con casetones, estudiando referencias como la basílica de Majencio o las termas de Caracalla, para aligerar el peso de la estructura.  Ésta se realiza en ladrillo, mientras que el interior está hecho de estuco y la fachada se cubre con piedra caliza.  El uso de materiales modestos y la casi ausencia de decoración añadida, que contrasta con otras iglesias de la época y, tal vez, con el concepto generalizado que se tiene de las obras barrocas, permiten por el contrario, apreciar cómo la arquitectura más pura, el uso de la luz y las proporciones espaciales imponen la construcción sobre una estética más teatral propias de otros coetáneos.

San_Carlo_alle_Quattro_Fontane_interior
Imagen de https://patrimonioarquitectonicodeasturias.blogspot.com

La continuidad de las formas y la ausencia de encuentros abruptos que, sin embargo, parten de una composición que se funda en un conocimiento profundo de la arquitectura romano y del renacimiento, hacen de este proyecto de Borromini, probablemente el más interesante de toda carrera, una verdadera innovación con aportaciones no bien valoradas hasta mucho tiempo después de su ejecución.

La construcción de la iglesia empezó en 1638. El interior se completó en 1640 y el exterior en 1644. Borromini empezó la fachada en 1665, que fue acabada por sobrino, Bernardo Castelli, tras su suicidio en 1667.  Fue completada hacia 1682.

 

 

fachada
Imagen de http://artchist.blogspot.com

Si en el interior, el uso de La ondulante curva barroca llega a definir una continuidad de formas cóncavas y convexas entre grandes columnas corintias, la fachada vuelve a establecer una serie de innovaciones formales y constructivas que la hacen pionera. La composición no se limita a ser una interpretación de la clásica fachada ensayada por Miguel Ángel, combinando orden corintio gigante con intercolumnas con orden menor, sino que va mucho más allá, curvando los muros y generando una profundidad en la fachada que da lugar a una espacialidad nunca antes conseguida. Grandes pilastras corintias, de dos alturas cada una, enmarcan tres secciones verticales, generando una proporción vertical muy marcada.  Se rompe el orden clásico con un gran entablamento de proporciones exageradas y que ayuda a separar aún más la parte baja y alta de la fachada. Un gran ovalo soportado por ángeles en la parte alta de la fachada nos conduce a elevar la vista hacia el cielo.  El campanario descentrado, rompe con el canon clásico.

La cripta contiene pequeñas capillas alrededor del espacio central, cuya planta es idéntica a la de la iglesia, en una de las cuales Borromini quiso ser enterrado.

Junto a la iglesia se sitúa el pequeño monasterio, con un claustro de dos pisos de altura, tiene una planta rectangular. Sin embargo, el proyecto saca los pilares de orden toscano fuera de las esquinas, lo cual contribuye a la lectura continua del espacio.  Borromini da una vuelta de tuerca a la complejidad de este pequeño conjunto variando la distancia entre las columnas y alternando paredes planas y curvas entre las arcadas.  Además, el arquitecto incluye un aspecto novedoso en el diseño de la clásica balaustrada invirtiendo de forma alterna los balaustres.

San-Carlino-patio
Imagen de http://artchist.blogspot.com

 

 

 

 

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